Despierto con una extraña sensación de que alguien estaba en la habitación. Me dí vuelta a prender la lámpara que está en el mueble al lado de mi cama, pero ésta no prendió. “Lo que faltaba” me dije. Tomé mi celular que estaba bajo mi almohada para alumbrar mi ropa, con el fin de poder vestirme, pero al parecer se había descargado, ya que no hacía nada.
Me dije lo que siempre me digo cuando algo un funciona: “¡¿Que chucha esta wea?!”
Me vestí a ciegas, creo que me puse el calzoncillo al revés, pero estaba tan intrigado que no me dí cuenta. Abrí la puerta de mi pieza y no se veía absolutamente nada, al parecer un apagón, acompañado de un coro de perros ladrando de forma euforica un tipo de música de fondo macabra y ritmica que solo hacía crecer el miedo que sentía. Era como si me ladraran directamente a mi, desde muy cerca.
Caminé a oscuras en dirección a mi casa, (para los que no saben, mi pieza está en el local que no es parte de mi casa) chocando con todo. Al llegar a la puerta busqué torpemente la manilla, y mientras manoseaba la madera de la misma pensaba: “¿Qué onda los perros?”.
Al encontrar la manilla de la puerta, y con ella ya en mi mano, los perros dejaron de ladrar inmediatamente, y un silencio desgarrador inundó mi entorno. Abrí la puerta e hice ingreso a lo que es mi casa.
“¡Papá!”, grité…la casa estaba sola. El silencio era cada vez más notorio, no se escuchaba ni siquiera el pasar de un auto, nada, ni gente, era la absoluta nada. Solo escuchaba mi quebrada respiración. No veía ni mis manos, y entre golpes a la pared pasé a llevar el interruptor de la luz. No pasó nada. Aún en completa oscuridad, sin algo con que alumbrar y un silencio abrumador, me llama la atención una pequeña luz, ínfima y esférica, en el centro de la habitación. Era hermosa, de color anaranjado con un brillo blanco, flotaba a su merced a la altura de mi mano exactamente en el centro del living. Traté abrazarla con mi mano, pero una vez que hice contacto con ella, todos los artefactos eléctricos de la casa se encendieron, para mi sorpresa, con su potencia reducida.
La luz extremadamente tenue, la tele con la pantalla gris emitiendo el mismo sonido que la radio. Giré la cabeza hacia la tele, (créanme que es lo que uno hace por lo general) y me di cuenta que la puerta ya no estaba, volví la mirada hacia el resto de la casa y todos los muebles desaparecieron junto con el sonido de la tele/radio. Sólo quedaba una ampolleta en el techo. Estaba solo en mi casa completamente desalojada y sin puertas ni ventanas.
A estas alturas el miedo era indescriptible. Al final de la habitación, en el baño, parpadeaba una luz roja, y se escuchaba una voz que decía algo indescifrable. Era algo así como un lamento, se escuchaba la misma voz diciendo muchas cosas a la vez, lloraba y gritaba cosas que mi oído no podía captar. Atónito miraba la luz parpadear, y me prometí no ir a ver qué mierda pasaba.
De a poco los lamentos se hicieron uno y gritaron “¡No hay escapatoria!”. Y del baño salió una figura humana completamente negra, como quemada, algo así como un espectro deforme de ojos grandes y rojos, caminando lentamente en línea recta con dirección contraria a la puerta.
Mis pulmones se empezaron a llenar de aire para poder gritar, pero una vez que se llenaron, en esa milésima de segundo antes de que la voz salga el espectro estaba parado frente a mí, mirándome fijamente a los ojos, aplastando mi ya acabada valentía. Quise empujarlo, pero al hacer el movimiento de brazos, aparezco en mi cama, exaltado y transpirado.
A medida que mi respiración se normalizaba mi mente trataba de encontrar respuestas. Prendí la luz del velador y miré a todas partes. Estaba todo normal. Tomé mi celular y al ver la pantalla, volvió el miedo a mi ser, y mi corazón comenzó a latir a mil. La pantalla mostraba la hora, 99:99, la fecha 99/99/9999 y de fondo de pantalla un par de ojos rojos.
Solté el celular, y al caer al piso, la luz del velador explotó. Me levanté rapidísimo, ayudado por el miedo. Abrí la puerta y la pesadilla tenía más para mí. Cientos de cuerpos sin vida colgados en el local, y en el centro un circulo de velas encendidas. La habitación era iluminada únicamente por esas velas, y en el centro del perfecto círculo luminoso, el espectro. Estaba mirando hacia abajo, diciendo en voz baja lamentos que seguía sin entender, eran muchísimos gritos en voz baja y llantos macabros.
Corrí hacia la puerta, y una vez afuera, en las calles de Lago Ranco tomé la decisión de seguir camino al consultorio. El cielo negro sin estrellas aumentaba mi miedo y mi adrenalina, y una voz como viniendo desde lo alto de la piedra mesa susurraba: “¡No hay escapatoria!”.
Las luces de los postes eran rojas, pero eso poco me importaba. Corrí como nunca había corrido en mi vida por la larga calle Concepción sin parar. Me detuve al terminar la cuadra que le da forma al estadio y miré mi recorrido. El espectro parado en la otra esquina de la calle, donde comencé a correr. Los lamentos se escuchaban nuevamente. Seguí corriendo hasta la siguiente esquina, y casi al llegar a ella, miré hacia atrás…no estaba. Los lamentos no cesaban. Volví mi mirada hacia adelante para ver por dónde iba y ahí estaba, frente a mí, bloqueando mi camino.
Corrí por la calle perpendicular a Concepción, digamos que doblé a la izquierda, y me metí en una cabaña adyacente a la artesanía de esa calle. Adentro no había más que una vela de color blanco. Por un momento cesaron los lamentos. Comencé a llamar a alguien, sea quien sea me servía.
“¡Ayuda! ¡Por favor!” Nadie respondió. Traté de calmarme…No quise pensar que todos cuelgan de mi techo muertos. Aparte de miedo, sentía una confusión del demonio. Junté valor y abrí la puerta. Puedo decir que en ese momento mi mundo se hizo pedazos…
Lo que mis ojos veían mi mente no lo quería aceptar, era imposible…era el horror.
Entre la cabaña en la que había entrado y el portón, había un tipo de sendero de cemento, y en su contorno estacas de aproximadamente 3 metros de alto. En ellas, las personas más importantes en mi vida…empaladas…ensartadas de una forma bestial, y no como en las películas, donde solo ves sangre. El sendero era ahora un río de sangre y tripas que se perdían al final de la vereda. Me rompí en el llanto…abracé el cuerpo muerto de mi novia, el de mi padre, el de mi hermano sin consuelo alguno. No se lo merecían.
Mientras acariciaba el rostro de lo que solía ser mi novia, su cara comenzó a deformarse. Me alejé atónito. Los lamentos volvieron a escucharse, pero esta vez coreados por mis seres queridos. Era enfermizo, totalmente macabro. Sus cabezas apuntaron en mi dirección mientras decían cada vez más fuerte los lamentos, gritos y llantos del espectro. Me di vuelta para encerrarme en la cabaña nuevamente, pero ésta ya no existía, y en su lugar el espectro. Apenas lo vi, el coro gritó “¡Es la hora!” y reían a carcajadas…carcajadas diabólicas que penetraban mi alma. Salté el portón y me puse a correr, ya sin fuerzas. Corrí hasta la escalera que da hacia la plaza, escalera en la que confiaba me llevaría a un lugar seguro lejos de la muerte segura del purgatorio que me aseguraba la malformada silueta que me atormentaba.
La escalera no existía, y en su lugar el vacío. Caí durante horas a la nada, hasta que al tocar una especie de suelo, aparezco nuevamente y para mi sorpresa, en la seguridad de mi cama. “¡¿Qué le pasa a mi mente?!” Miré la hora en el celular… las 6:54 AM. Me levanté a pedirle a mi papá que me dejara dormir con él, ya que a estas alturas, creo hasta en el viejo del saco.
Entre a la casa, y estaba todo ok, las luces, los muebles, fui al baño y lo mismo. Era todo una tonta pesadilla. Abrí la puerta de la pieza de mi papá, y me di cuenta de que no había vuelta atrás…
Al abrir la puerta, todo volvía a 0…durante 3 o 4 años ese ha sido mi punto de partida. Estaba saliendo de la cabaña donde me metí, para ver nuevamente a mis seres queridos muertos. Repitiéndome una y otra vez los canticos bestiales.
He probado todo, créanme por favor…todo. Pase lo que pase vuelvo a mi pieza, y no hay escapatoria de él. He ido a todas partes, siempre hay algo que me hace volver aquí, a mi pieza…
No he salido en un mes, y creo que es hora de terminar con esto…en mi mano sostengo un trozo de mi antiguo espejo, que alguna vez me sirvió en 3° medio para experimentos físicos. Este trozo de vidrio terminará con mi vida y con mi tormento. Lamento mucho no poder decirle a la gente que amo, cuanto los necesito y lo mucho que me gustaría volver a verlos, aunque sea por 1 segundo.
Ellos tenían razón…no hay escapatoria…este es mi destino…
Es la hora…